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Humanizar la Tecnología

13 de febrero de 2023

Humanizar la Tecnología

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) dice que humanizar es "hacer a alguien oa algo humano, familiar y sociable". Entonces, en este sentido, humanizar la tecnología es crear una tecnología que vaya más allá de la pura funcionalidad para crear una interacción agradable a través de la ergonomía y las interfaces más fáciles de usar, desarrollando tecnologías confiables y accesibles con sistemas y algoritmos que se ajusten a las intuiciones éticas y políticas y evitar sesgos o manipulaciones. Y, por supuesto, humanizar la tecnología es hacerla más capaz de interpretar y reaccionar a los factores humanos, como reconocer las emociones de los usuarios.

Pero humanizar también pasa por educar y formar a los usuarios , implicándoles en todos estos avances, ayudándoles a entender los riesgos y beneficios de cada desarrollo, explicándoles sistemas complejos para generar confianza en ellos. Y también utilizando la automatización inteligente para permitir que las máquinas realicen los trabajos más mecánicos, pesados ​​y peligrosos, liberando así a las personas de estos riesgos.

En definitiva, humanizar significa diseñar la tecnología para conseguir un futuro bueno para la humanidad .

Cómo llegar allá

La teoría puede ser fácil, o no, de describir. Pero, ¿cómo podemos poner en práctica esta humanización de la tecnología?

Evidentemente, se trata de una estrategia 360º : de nada sirve tener algoritmos completamente éticos y humanos si la aplicación que se utiliza para sacarles el máximo partido no es amigable o accesible para personas con algún tipo de discapacidad. Y viceversa: de nada sirve tener una herramienta que pueda ser utilizada por cualquier persona, independientemente de sus habilidades, antecedentes o condición, si el código subyacente está lleno de sesgos.

En cualquier caso, aquí hay algunos aspectos de la tecnología con los que podemos (y debemos) trabajar para lograr una tecnología más humanizada.

Experiencia de usuario (UX)

De acuerdo con los principios de la ergonomía, la experiencia del usuario (UX) es uno de los primeros aspectos que se consideran durante el proceso de desarrollo de un nuevo producto. Su objetivo es responder preguntas, como si el producto será útil para el usuario y si será fácil de localizar, deseable y accesible. Es decir, si el producto se adapta al usuario y no al revés.

El lingüista francés Denis Bertrand, en relación con la tecnología, afirma que nuestra mente construye un mito en torno a ella que nos impide comprender el producto y, por tanto, experimentarlo adecuadamente. Esto tiene dos posibles consecuencias:

  1. Podemos rechazar la tecnología , y por tanto negarnos a utilizarla (algo que les puede pasar, por ejemplo, a las personas mayores)
  2. Podemos sentirnos adictos al producto (algo que ocurre especialmente en gente más joven). Comportamiento irracional reconocido como “adictivo” por los fans del producto (especialmente en el caso de los jóvenes).

Por tanto, a la hora de humanizar la tecnología, debemos desmitificar la experiencia de usuario para que aquellos que realmente quieran utilizarla puedan integrarla en su vida, sin que resulte intrusiva.

Adoptar inteligencia social/emocional

A la hora de desarrollar cualquier tecnología, el objetivo siempre es dar respuesta a una necesidad concreta de las personas (ya sea personal, profesional, de ocio, etc.). Por eso, el proceso debe ser empático: los diseñadores de productos deben ponerse en el lugar de los usuarios potenciales y considerar el viaje emocional que hacen los usuarios al enfrentar el problema.

Privacidad por diseño

Si bien se trata de una exigencia que viene imponiendo la proliferación de normativas en materia de datos personales de los usuarios, la privacidad desde el diseño es otra forma de humanizar la tecnología, ya que está al servicio de las personas y no al revés.

Este diseño, en el que el punto de partida es el respeto a la información privada de los usuarios, permite también desarrollar algoritmos más transparentes y menos sesgados, lo que refuerza doblemente el énfasis en humanizar la tecnología.

Pruebas de preproducción

En relación con todo lo anterior, una buena forma de humanizar la tecnología es probar su uso en personas reales antes de que el producto entre en producción.

Aunque hayamos tenido en cuenta todos los parámetros anteriores, no debemos olvidar que cuando los seres humanos interactuamos, solemos compartir un sentido muy agudo de lo que es emocional, social y físicamente apropiado. Sin embargo, la mayoría de las experiencias con productos hoy en día apenas muestran algo de inteligencia emocional o habilidades sociales. La interacción humana puede ser un modelo sólido para mejorar la forma en que la tecnología responde a las personas.