Seidor
hombre sentado mirando su ordenador

24 de enero de 2023

El Fediverso y la descentralización de Internet

El temor de los ciudadanos a lo largo de todo el mundo al poder que han ido adquiriendo los grandes jugadores digitales sobre la opinión, la comunicación y los datos ha venido siendo una constante desde hace ya bastantes años, y los acontecimientos que han venido aireándose en estos tiempos demuestran que esos miedos son de todo menos infundados. El problema de los límites a la privacidad y del excesivo control que redes sociales como Facebook, Twitter o TikTok – cada una con sus escándalos, sus polémicas y hasta sus vetos gubernamentales - tienen sobre nuestros datos personales están, desde hace mucho, en el primer plano de la actualidad.

El sueño de la descentralización de Internet

El sueño de una internet descentralizada – y, por tanto, no controlada ni dirigida por ninguna entidad o entidades sujetas a intereses comerciales o de ingeniería social - es muy viejo, pero se ha puesto de nuevo de moda a raíz de la compra de Twitter por parte de Elon Musk. Cosas como la intención por parte de la red social del pájaro de cobrar una cuota de uso parecen haber generado una estampida de tuiteros (más de 280 millones en diciembre de 2022) a otras redes, tal vez más afines o puede que más libres. Algunos de ellos parecen haberse fijado en el fediverso - que llevaba tiempo en una especie de hibernación -, y, concretamente, en una de las más populares de las redes que lo componen, Mastodon.

El fediverso – algo nuevo y viejo a la vez, como tantas cosas en el mundo WWW – es esencialmente una forma de federación abierta de servidores interconectados entre sí para publicar contenido en la web, aunque el nombre se ha ido popularizando, sobre todo, al referirse a las redes sociales descentralizadas de todo tipo (microblogging, intercambio de imágenes, vídeo streaming…).

¿Qué aporta al usuario la descentralización de Internet?

Ese funcionamiento descentralizado y federado, sobre la base de diferentes protocolos y en forma de múltiples instancias independientes e interconectadas, permite que los usuarios en cada una compartan información entre si libremente, sin importar la plataforma desde o hacia la que se dirijan. Y, lo más importante, como si estuvieran en una única red social, pero con la capacidad de que cada entidad federada dicte sus propias reglas sociales; es decir, sin políticas, tutelas, vigilancias ni censuras dictadas por ninguna especie de autoridad o big brother supradigital. Existen distintas tecnologías y protocolos para hacer realidad este tipo de federaciones y su interconexión e interoperabilidad teóricamente ilimitadas, uno de los más conocidos es ActivityPub (usado por Mastodon, uno de los softwares libres más populares para el microblogging descentralizado), reconocido como recomendación por W3C desde 2018.

Nos referíamos a la descentralización de internet (en lo que supone de escapada al control de intereses de gobiernos, instituciones o grandes corporaciones) como un sueño perseguido desde hace mucho, y es cierto que algo de ello podemos verlo fácilmente reflejado en el éxito de tecnologías como blockchain. Pero también es verdad que éste no deja de ser uno de esos sueños al que siempre le falta algo para verse cumplido del todo, ya sea por culpa de tensiones centralizadoras - tecnológicas o por la concentración de grupos de decisión – o, en sentido contrario, a causa de la heterogeneidad y divergencias entre distintos proyectos que dificultan, o directamente, impiden, su popularización. Así, no falta quien cree que el fediverso no deja de ser una especie de maraña desordenada con poca capacidad de atracción de los flujos de comunicación del gran público, y que no hace más que imitar el comportamiento de las RRSS mainstream de las que pretenden diferenciarse, además de ser vulnerable a la proliferación de contenidos ilícitos por descartar un control centralizado.

Evolución de la descentralización

En este sentido, parece claro que este tipo de plataformas pueden - y deben – evolucionar, ahora que han vuelto a popularizarse (a Mastodon ya le contemplan más de seis años), probablemente reforzando sus modelos de micro-regulación, y, sobre todo, reduciendo su curva de aprendizaje, aspecto que aún sale perdiendo frente a la protección de la propia identidad y la libertad de expresión. Pero, más allá de los inconvenientes, es muy fácil apreciar las posibilidades de las redes del fediverso, en tanto que abiertas y, por tanto, teóricamente ilimitadas en cuanto a expansión, posibilidades y diversidad.

En primer lugar, estas plataformas tienen (y tendrán cada vez más, si no se desvían de sus fundamentos) un indudable potencial para la construcción de comunidades de conocimiento y socialización diversas, sobre las bases de la soberanía sobre el uso de los datos y la información personal, además de sobre la diseminación de las propias opiniones y cómo y con quién compartirlas.

En segundo lugar, este tipo de plataformas (como la ya citada Mastodon, pero no sólo; también redes como Pleroma, Pixelfed, Lemmy, Zap, Hubzilla…) hacen de su diversidad una virtud en forma de interoperabilidad entre sí, gracias a protocolos abiertos como el ya citado ActivityPub, Diaspora u OSTatus. Cada una con su temática, sus características, sus comunidades de usuarios y sus intereses, pero comunicadas. Un ecosistema, por cierto, al que pretende unirse una RS propietaria como es Tumblr y al que, en teoría, podría adherirse cualquier otra plataforma. El tiempo dirá si todo esto nos lleva, por fin, a una democratización de la comunicación e interconexión social en internet.

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