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Futuro

10 de octubre de 2023

El Regreso de los Luditas: IA y el Futuro del Trabajo

Desafíos ante la revolución de la inteligencia artificial

En 1811, en la Inglaterra de Jorge III, y concretamente en Nottingham, numerosos trabajadores textiles (en su mayoría artesanos expertos en las tareas de confección de tejidos) empezaron a irrumpir en las primitivas fábricas textiles de la época para destruir los telares y los marcos de punto automatizados. Esos trabajadores han recibido el nombre de luditas, supuestamente por un destructor de máquinas llamado Ned Ludd, de cuya existencia no existe una evidencia inequívoca. Los luditas quemaron algunas fábricas y destrozaron sus máquinas, incluso se enfrentaron violentamente a las fuerzas del orden.

Hoy, por extensión, aplicamos el término ludita para referirnos a las personas que se resisten a la utilización de las tecnologías por considerar que tienen un impacto negativo en la forma de vida de las personas.

Ahora, en paralelo a la explosión de la inteligencia artificial, están apareciendo de nuevo los luditas. Estos nuevos Luditas están preocupados por las posibles consecuencias negativas de la IA y están luchando contra su adopción, solicitando una moratoria para sus avances. Y esta vez, los luditas, curiosa y paradójicamente, no son iracundos trabajadores manuales, sino algunos de los principales gurús de la digitalización que temen que esta se les vaya de las manos.

Desafíos y resistencia en la era de la inteligencia artificial

Los críticos de la IA argumentan que las máquinas nunca podrán igualar la creatividad, la empatía y la intuición humana, y que la automatización a gran escala podría causar un aumento en la desigualdad y la exclusión social. Además, hay temores de que los sistemas de IA puedan ser utilizados para tomar decisiones sesgadas o injustas, y que los datos recopilados por las empresas de IA puedan ser utilizados para el control y la manipulación.

Algunos de los nuevos Luditas están luchando activamente contra la IA a través de la protesta y la acción política. Han surgido grupos de defensa de la privacidad y la libertad en línea que exigen regulaciones más estrictas sobre la IA y la protección de los datos personales. Otros están trabajando para desarrollar tecnologías que sean más transparentes y justas, o que incluso pongan el control en manos de los usuarios.

Finalmente, y con la máxima difusión mediática, se han creado manifiestos para pedir una congelación de los avances en inteligencia artificial, y una reflexión sobre las reglas de juego de la IA. Seguramente la reflexión clave es ¿Quién se beneficia de la automatización? ¿Qué riesgos supone? y ¿Quién debe pagar sus costes?

IOT

Integrando la inteligencia artificial en la IoT – Casos de uso y tendencias

En la actualidad, el uso de la inteligencia artificial (IA) en la internet de las cosas (IoT) puede tener varios beneficios, como, por ejemplo: mantenimiento preventivo, detección de anomalías en los datos, mejorar la eficiencia y la automatización de los procesos, mejorar la seguridad y mejorar la experiencia del usuario.

La inevitable automatización y su impacto en la sociedad: Desafíos y soluciones

La automatización es imparable y va a tener un fuerte impacto social. Esta es la verdad desagradable, incómoda, en la que nuestros políticos no quieren que pensemos, y para la que no tienen plan alguno. Será el mercado, la economía, la que hará de esta situación una verdad incontrovertible. Los negocios de la era digital van a necesitar menos personal.

Es decir, vamos a experimentar una presión a la baja en las necesidades de capital humano, de manera que el número de personas necesarias por unidad de PIB va a reducirse. Del mismo modo en el que la Revolución Industrial convirtió en obsoletos muchos de los empleos de los que vivían nuestros tatarabuelos, la Revolución Digital y la hiperautomatización harán redundantes muchas de nuestras ocupaciones para nuestros hijos.

La diferencia es que el proceso que antes llevó más de un siglo ahora probablemente será una realidad en pocas décadas. La segunda diferencia es que antes fundamentalmente afectó a trabajos manuales, mientras que la hiperautomatización afectará no sólo a los empleos de la industria, sino también a los de servicios y a los trabajadores del conocimiento.

El reto es que los beneficios de la automatización reviertan en la sociedad cubriendo los costes de la pérdida de empleos. Para ello, es preciso diseñar un nuevo modelo de estado del bienestar y del papel del empleo en la economía, y mecanismos fiscales para financiarlos. Mecanismos como la renta básica universal pueden ayudar a evitar parte de los riesgos sociales y servir como un medio para la redistribución de la riqueza generada por las máquinas.

Pero no sólo tenemos que desplegar una renta mínima. Tenemos que reinventar el sistema educativo. El sistema actual está diseñado para la era industrial, en la que los empleos eran razonablemente estables: las personas se forman durante un período de entre 8 y 15 años, trabajan durante 50-60 años y se jubilan durante 10-20 años. Este modelo vital es absolutamente inadecuado para la sociedad hiperdigital.

Es imprescindible introducir la formación como una parte esencial del período productivo de las personas. Los trabajadores deberán cambiar dos, tres o cinco veces de oficio durante ese período. Además, los empleados deberán trabajar más años para cubrir esos períodos de formación y limitar el período de jubilación, expandido por el aumento de la esperanza de vida.

Lamentable o afortunadamente, depende del punto de vista, la automatización es inevitable. La razón es sencilla: la automatización reduce costes y a las empresas les encanta reducir costes. En realidad, la automatización trae aparejados otros beneficios como la reducción de errores y la mejora de la calidad, aspectos que también aportan un indudable valor.

Vamos a presenciar una automatización exponencial que va a reemplazar el trabajo de seres humanos por máquinas. Tenemos que ser plenamente conscientes de ello. Esto no significa que no podamos hacer nada al respecto. Significa que deberemos rediseñar la sociedad para adaptarse a esta realidad. El trabajo va a definirnos como individuos en menor medida a lo que lo ha hecho desde la Revolución Industrial.

En última instancia, la IA es una herramienta que puede ser utilizada para el bien o para el mal, y es responsabilidad de los usuarios y desarrolladores asegurarse de que se utilice de manera ética y responsable. Si bien es importante ser consciente de los posibles riesgos y desventajas de la IA, también es importante no dejarse llevar por el miedo y la oposición ciega. Con el debate y la regulación adecuados, la IA puede ser una fuerza positiva en nuestras vidas y en la sociedad en general.

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Cara Alfonso Ramos
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